Depósitos a largo plazo: ¿cuáles son sus diferencias?

Los depósitos a largo plazo
Los depósitos a largo plazo es un producto de ahorro cuya principal característica es que exige una mayor permanencia en la inmovilización de las aportaciones monetarias. Cuentan con unos plazos que se mueven entre 3 y 5 años aproximadamente, y cuya remuneración siempre se producirá a su vencimiento.
Esta clase de imposiciones bancarias se conforman como una estrategia comercial para mejorar los débiles márgenes de intermediación que presentan los depósitos en estos momentos. Como consecuencia del abaratamiento en el precio del dinero por parte del Banco Central Europeo (BCE), el interés medio de un depósito a doce meses es del 0,15 %. Pues bien, una de las formas para superar estos niveles de remuneración se materializa a través de los depósitos a largo plazo. Con un incremento de unas cuantas décimas porcentuales respecto a los plazos de permanencia más convencionales.
Depósitos a largo plazo, desde 5.000 euros
La contratación de las imposiciones más duraderas, a partir de tres años, se formaliza bajo aportaciones económicas más exigentes, desde importes mínimos a partir de 5.000 euros y sin límites por delante. Por otra parte, su estructura no sufre ninguna clase de variaciones y son depósitos completamente iguales a los restantes. Siendo un producto que no genera ninguna clase de comisiones u otros gastos en su gestión o mantenimiento.
Ante su larga duración, se pueden realizar rescates parciales o totales para solventar cualquier problema de liquidez en la cuenta corriente de sus titulares. Aunque a cambio, se le restará una parte de la rentabilidad contratada al firmar el documento. En cualquier caso, no ofrecen anticipos en el devengo de sus intereses, tal y como sucede con las imposiciones a corto y medio plazo. No habrá más remedio que esperar a su vencimiento para recuperar el capital invertido y sus correspondientes intereses.
Producto sin ninguna clase de vinculaciones
Los depósitos a largo plazo pueden llegar a ofrecer un interés de hasta el 1,20 % en la mejor de las propuestas bancarias y en los plazos más extensos posibles, en torno a 5 años. Otra de sus peculiaridades más relevantes reside en el hecho de que no están vinculados a otros activos financieros. Como por ejemplo, valores de los mercados de renta variable o fondos de inversión.
Por otra parte, una de las finalidades al suscribir este producto bancario es crear una bolsa de ahorro estable de cara a los próximos años. Con un interés fijo y garantizado todos los años y pase lo que pase en los mercados financieros.
El mayor problema
para formalizar esta clase de imposiciones es que habrá que tener el dinero
inmovilizado durante muchos meses. Con los efectos negativos que este escenario
puede generar: pago de préstamos o hipoteca, abono de las facturas domésticas o
algún que otro gasto no previsto. Por este motivo, es muy aconsejable no
destinar todos los ahorros disponibles a esta imposición de larga duración.
Sino por el contrario, solo una parte de los mismos y en función de los
ingresos que tengan planificados los usuarios en los próximos años.
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José Ignacio Recio
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