Depósito ligado a otros activos financieros
Dentro de la actual oferta bancaria, cada vez es mayor el número de imposiciones a plazo que se mueven bajo estas características. Ante el temor de que el ahorro de los clientes puede dirigirse hacia la competencia. No obstante, estos modelos de gestión son mucho más complejos y requieren de un mayor conocimiento de los activos financieros contratados a través de este producto: oro, plata o petróleo, entre algunos de los más importantes.
Su principal diferencia respecto a las imposiciones más tradicionales es la elevación en sus plazos de permanencia. Por lo general, están confeccionados para 24 o 36 meses, un tiempo más que suficiente para que el activo financiero pueda revalorizarse con ciertas garantías de éxito. En ningún caso, los usuarios se encontrarán formatos a corto plazo (3, 6 o 12 meses). Por otra parte, también serán más complicados para cancelarlos anticipadamente debido a que cuentan con unas penalizaciones muy severas para los rescates parciales y totales que pueden alcanzar el 3 % sobre el capital invertido.
Sin la opción de una renovación automática
Otra de sus principales diferencias respecto a las imposiciones tradicionales es que estos modelos requieren de aportaciones monetarias más exigentes. Es decir, se suscriben desde 5.000 euros en adelante y sin la posibilidad de renovarlos automáticamente. Por otra parte, están exentos de comisiones y otros gastos en su gestión o mantenimiento como otro incentivo para su contratación. Al igual que tampoco puede olvidarse que están concebidos como un formato de inversión más que de ahorro por las especiales características que presentan los depósitos ligados a otros activos financieros. Para tratar de mejorar el rendimiento del patrimonio invertido en estos productos financieros.
José Ignacio Recio